
Luigi Cabrera
Ilustrador Digital
“DE DIBUJITOS NO SI VAS A VIVIR”
Cuando niño era muy apasionado con el dibujo, ¿y quién no? si el lápiz y el papel son una maravillosa conexión con la fantasía y una de las maneras -psicológicamente comprobada- más eficientes de interpretar nuestra realidad. Pero cuando vas creciendo, naturalmente van cambiando tus intereses. Aparecen nuevas formas de entretenimiento; tecnología, juegos, amigos, otras artes (música, danza, cine, etc.), y eso es positivo. Es parte del camino. Aunque hay pasiones que te abrazan y te marcan toda la vida, te enamoran y no te sueltan más. Ese romance fue el mío con el dibujo.
Dicen que la pasión es pura porque está desvinculada de la intención comercial. Es decir, por ejemplo; un futbolista profesional juega mejor al fútbol cuando no lo toma como un trabajo y simplemente se divierte. Un músico sigue componiendo su mejor obra cuando no tiene la presión de la disquera para vender. ¡Qué se yo! Etcétera.
Yo jamás vi el dibujo como una herramienta generadora de ingresos para ningún ser humano. O sea, paréntesis, en mi joven ignorancia, pensaba que hasta el mejor dibujante del mundo dibujaba por hobbie y que, paralelamente, tenía un trabajo “decente y digno” en alguna empresa para poder vivir. Siempre lo vi desde un enfoque no monetario, PERO quizás eso fue bueno también, porque le añadí un valor hermoso al arte: divertirse, relajarse, aprender nuevas técnicas, hacer retos personales, nada formal. Al contrario algo lejos de ser una carrera o un “trabajo responsable de esos que hacen los adultos”… Siempre me gustó lo orgánico, hacer lo que me naciera del corazón; un Gokú, un Pikachu o una Tortuga Ninja… y voy a ser honesto ¡me encantaban los elogios! Me alimentaban el alma. Hay mucha gente que dice “Yo hago mi arte y no me importa lo que piensen los demás”. ¡Pajas! Para mí no. A mí sí me encantaba ver la cara de satisfacción del público al ver mi obra. Me gustaba que mi audiencia lo disfrute; mamá, papá, algunos familiares y mis compañeros del colegio. De alguna forma, eso me llenaba de confianza.
Yo jamás vi el dibujo como una herramienta generadora de ingresos para ningún ser humano. O sea, paréntesis, en mi joven ignorancia, pensaba que hasta el mejor dibujante del mundo dibujaba por hobbie y que, paralelamente, tenía un trabajo “decente y digno” en alguna empresa para poder vivir. Siempre lo vi desde un enfoque no monetario, PERO quizás eso fue bueno también, porque le añadí un valor hermoso al arte: divertirse, relajarse, aprender nuevas técnicas, hacer retos personales, nada formal. Al contrario algo lejos de ser una carrera o un “trabajo responsable de esos que hacen los adultos”… Siempre me gustó lo orgánico, hacer lo que me naciera del corazón; un Gokú, un Pikachu o una Tortuga Ninja… y voy a ser honesto ¡me encantaban los elogios! Me alimentaban el alma. Hay mucha gente que dice “Yo hago mi arte y no me importa lo que piensen los demás”. ¡Pajas! Para mí no. A mí sí me encantaba ver la cara de satisfacción del público al ver mi obra. Me gustaba que mi audiencia lo disfrute; mamá, papá, algunos familiares y mis compañeros del colegio. De alguna forma, eso me llenaba de confianza.
Actualmente, hace exactamente 3 años que vivo del dibujo. ¡Claro! Ya soy mayor de edad, con familia e hijos, y no puedo mentir, fue una decisión complicada. Requirió años de vencer miedos y renunciar a muchas comodidades para emprender en un camino donde no había muchas referencias antecesoras. Al comienzo navegamos por aguas mansas y también aguas turbias… Conocimos clientes buenos y algunos que se reían en mi cara pelada cuando les daba una cotización por un trabajo de ilustración… pero al fin, aprendiendo a dar pasos por experiencia propia. Eso era lo importante.
espués de darle mil millones de vueltas a este asunto durante toda mi vida, re-analizando la opinión de aquella profe y de mi tía, deduzco que SI es posible vivir, y no solo de dibujos, sino que también de cualquier oficio que te apasione ejercer. PERO aquí hay un factor que es total responsabilidad del artista y no cualquiera está dispuesto a hacerlo, y es: buscar formarse y nutrirse de conocimiento constantemente. No importa si la formación es empírica o académica, pero siempre se debe buscar la forma de crecer como artista. No todos están dispuestos a invertir en un curso virtual, en comprar un libro de interés, en aprender a manejar equipos tecnológicos que mejoren tu servicio... No todos están dispuestos a trabajar con disciplina y sacrificar momentos importantes en tu familia para cumplir con un trabajo… No cualquiera arriesga su estabilidad y se incomoda para explorar nichos vírgenes en el mercado… No todos buscan rodearse de personas para aprender en comunidad.
Pero ahí está el detalle, por eso el camino del éxito no es para cualquiera, sin importar lo talentoso que sea. Se requieren muchas cosas adicionales.
Si estás dispuesto a trabajar con esmero y dedicación para incrementar tus habilidades como artista y de esa forma ofrecer un servicio/producto único, entonces ¡AHÍ ES, AMIGO MÍO! vas a poder vivir de dibujitos, musiquita, pinturitas, teatrito o cualquier rama artística menospreciada por la profe intrusa o la tía lengua larga.
¡Nunca dejen que la gente le ponga techo a sus sueños!
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